martes, abril 25, 2006

Dos versiones de la mujer que danza desnuda en medio de la calle (sueño prehistórico)

Una mujer se desnuda
en el medio de una calle
mientras las hojas
danzan un vals sostenido,
cuelga su ropa de las
ramas otoñicamente desiertas
una mujer con piel de niña
y cuerpo de adolescente
y ojos anteriores, prenatales.

Una extraña mujer baila
un vals desgarbado
mientras los árboles
se desvisten impúdicamente
y cuelgan sus hojas
sobre el cuerpo danzante
de la mujer de piel transparente
y cuerpo que se asoma
y ojos de las profundidades de la tierra
o los tiempos.

viernes, abril 21, 2006

Desalación demosecada

Una herida distinta,
casi una diligencia.
Las ventanas abiertas
y una muñeca con el cuello quebrado
como inciertas señales
de algo que no va a llegar.
Muecas mustias
de fantasmas disecados
acompañan los bandoneones
desalados,
desolación,
acomodando soledades
poco condimentadas.,
sosas,
secas,
siestas mal dormidas
indomables,
demoradas.
moradas inahallables,
místicas,
omitidas,

¿narrador omnisciente?

lunes, abril 17, 2006

Poema parado justo...

Ahí,
en el lugar
donde aclarecen
las infínimas
partículas de espermóvulos
lingüisticos.

Ahí,
donde escasean
las escálidas
pero no las escaleras
y sus fatídicos y
ritmiconstantes
uno – dos –1 –2.

Ahí,
donde frasean
espásmodicamente
los jazzversos
y las bluesrimas
y todo se funcla
en la interminable
sucesión.

Ahí, justo ahí,
donde nace lo primitivo.

lunes, abril 10, 2006

Humanos tomados

Todos caminan rezando avesmaría con el rosario bajo el poncho por puro miedo a que las casas se les vengan encima echando humo de porros y polvorones quemados y los atrapen para siempre, privándolos de ciertas vistas o visitas nocturnas con el único motivo de ver por debajo de lo que la visitada lleva por vestido, quizás un trapo de piso o un pantalón usado, manchado y remendado ahora última moda en París.
Todos andan con miedo, y se les nota en las caras simuladoras y en los ademanes apurados, y en el apurarse a cruzar la calle, y por qué no también en el silbido del tren que no se alcanza solo porque la latita produjo la abstracción en el momento inadecuado. Y en el putear a la latita de coca-cola y a toda la familia del que la tiró justo ahí. Justo ahí tenía que ser, por qué no podía ser en Calamuchita o en Amsterdram y que así fuera otro pelotudo el que se perdiera el tren y llegara tarde a la cita con la mesa del bar y los papeles de la valija que en este mismo momento se estaban impacientando y clamaban revolución. ¡Destituyamos a la impuntualidad, compañeros!.
Y la puta, que andan con miedo, porque las casas están al acecho y todos temen ganar la libertad de esa prisión. Y se les nota en la cara, en el cuerpo, en los gritos, en el estomágo, por todos lados, hasta en los agujeros.