martes, marzo 27, 2007

Después

Buscás al primer tipo que te inspire un mínimo de confianza y le preguntas algo, cualquier estupidez. Solo para sentir que todavía sabés hablar, que todavía se te abre la boca y sale un algo, mariposas o cualquier cosa podrida, hediendo idiotez de palabras ajadas de tanto manoseo, que no todo se había acabado en aquellos jadeos gimientes, que no te habías tragado tu espíritu con la primera bocanada de humo del después, que ese cuerpo mojado de hace apenas unos minutos no había consumido toda tu idiotez.
Y seguís, prendes un cigarrillo bajo esa llovizna fina que te pega en la cara como escupitajos de una hermosura que huele a alcohol en vasitos de plástico. Tratas de caminar pisando todas las baldosas flojas que encontrás en el camino para q se te moje el dobladillo de ese jean gastado. Buscás algo en los bolsillos, como si pudiera aparecer algo que agarre el vacío por las patas y lo ahogue en un charquito. Un billete de dos pesos y dos monedas de uno no alcanzan para llenar otro vacío que no sea el del estómago, y el del trecho que pensabas hacer caminando y que ahora podes hacer en tren.
Te seguís mojando, se te hace cada vez más imposible fumar, llegas a la estación, un café, un boleto de cincuenta centavos, abrís ese libro, Bukowski te grita en la cara toda tu mierda pero no lo vas a cerrar, es tu parte masoquista. Te mirás las zapatillas mojadas y pensás que cuando llegues a tu casa vas a tomar algo contra el resfrío. Te piden monedas, les das galletitas, te miran con cariño, y te vas yendo, en su mirada, con el tren, con los bolsillos llenos de aire ajeno, con su olor rodeándolo todo, con un aroma a sexo que irrita a las señoras, con los ojos en los rieles, dejándote vivir.

lunes, marzo 12, 2007

esperanza

estrujo los ojos
y es sangre
el agua que habrá de lavarlos
apenas futura desilusión

baldes de vanidad
contenedores de nuevas iris
por poco reconocibles.

izar las banderas del fracaso.

desconocen el viento
aquellos que navegan
en derredor de la esperanza.

jueves, marzo 08, 2007

IV

El tiempo agonizante, ese que no se decide a morir porque siempre hay algo acechante, dispuesto a irrumpir desde un instante encontrado...

jueves, marzo 01, 2007

III

la voluntad no es requisito
indispensable
para el movimiento

al menos no esta noche

en que acostado sobre mi cama
he corrido por las alcantarillas
dejando el corazón entre las sábanas