no el hilo
sino la mano que lo tensa
no la noche
sino los que la padecen
(y padeciéndola oscurecen
y oscureciéndose placertean)
no el descanso
sino la espera, el preámbulo
del arrojarse
no la tormenta
sino la carga que la anuncia
(y anunciándola la sobrepasa,
le hace lamer los pies cansados de los balcones)
…pero también el hilo y la noche
y el descanso y la tormenta…
-y el dolor de lo impostergable
y la música que no llega desde el otro lado-
y el perfume
del que se sabe respirando
(y respirándose mira caer la tarde
que es como un adelanto de la sorpresa)
domingo, noviembre 14, 2010
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