sábado, mayo 02, 2009

When I'm king you will be first against the wall

Buenos Aires te mira con esa mueca de asco y vergüenza que le tiene reservada a los suicidas y a los inocentes, y se prende un cigarrillo jactándose ante la ONU de tener las putas más lindas del mundo.
Te adhiere con un resentimiento de brea, de semen negro, a sus calles eyaculadas de tango berreta, y pretende confundirte en un corso de desenmascarados pasados de merca.
Buenos Aires, la looser vestida de yuppie, la que escupe entre los dientes, la que te ignora con la boca de costado y los ojos en blanco, el hervidero de sesos nonatos, se te pega en la suela de los zapatos para desconocer su propia desnudez de pies descalzos y curtidos.
Buenos Aires se sabe en contradicción, eterna y perdida, marchita y ruidosa, mustia, cosmopolita, turística, estúpida, futbolera, frígida y voyeur.
Buenos Aires es en si misma una puta vieja y gastada, que te coge sin ganas, pero que te coge igual, por un poco de sangre, resignada y engreída, consciente de sus habilidades para la libido y el ocultamiento del deterioro.
Bueno Aires, ciudad celulítica que se pasea en minifalda con los ojos rojos de porro paraguayo, travesti irónico y traicionero esperando que te des vuelta.
Buenos Aires es una presión en la nuca, un sexo de alambre de púa, una patada en los huevos, un beso de madre y buenas noches.
Buenos Aires, eterno péndulo entre los espejos del padre nuestro y el reverso del féretro histórico. Falso compadrito armado de quimeras, lunfárdica visión de un Dante en chancletas.
Buenos Aires, barroca y escéptica, aritmética, alcohólica, drogona y evangelista. Buenos Aires arrodillada dentro del confesionario, con la boca llena de culpas.
Buenos Aires, un tal vez, un compás partido al medio, un demonizador empedernido. Bueno Aires lacónica, prejuiciosa, despreocupada, amante, amiga, verdugo enclenque, amansadora de picanas y gatitos.
Buenos Aires podrida, inútil, garca, especuladora, sutil, asesina, musiquera, narcotraficante, hija de puta. Hermosa.