viernes, diciembre 20, 2019

Orden


Servir cerveza
en dos vasos
cachados,
arrancar con calma
los yuyitos
de las macetas,
reír de las gatas
y su danza
en pos de una mosca,
y así ver
cómo se organizan
las cosas más tenues
cómo 
los perros
del fondo
la música
y tus pasos
conjuran
el fin de la tarde.

El fin del cerco


         “Claro que estamos en guerra, y es guerra de sitio,
           cada uno de nosotros cerca al otro y es cercado por él,
           queremos echar abajo los muros del otro y continuar
           con los nuestros, el amor será que no haya más barreras,
           el amor es el fin del cerco”

                             Saramago (Historia del cerco de Lisboa)

Diez ciegos
en diez torres
almuédanos
que llaman
a un rezo
imposible.

Diez almuédanos
en diez torres
que solo se oyen
a sí mismos
y el silencio
que les sigue.

O todos han muerto
o todos se han ido.

No debería
bajar ahora
el anunciante.
No debería bajar.
Trastabillaría
sin ayuda
el ciego
en su árabe
lengua
al intentar
nombrar
la ausencia
del rezo.

Diez almuédanos
en diez torres
descubren
simultáneamente
el terror
de este campo
arrasado.

Diez almuédanos
en diez torres
que si
acaso
acá abajo
nos vieran,
cantarían.

Pero no pueden
y vos
me mirás fijo,
sonreís apenas
y brilla
tu piel
de mora
cuando susurrás
en el abrazo:
o todos se han muerto
o todos se han ido.


Si


estuvieras hoy
verano pesado
pañuelos de papel
sacados
del corpiño

si
llegaras hoy
uña partida
y la gotita
puteando
sobre la mesa

si
almorzaras hoy
comida vieja
en mil platitos
calmar a pan
el reclamo del perro

si
estuvieras acá
qué dicha el vino
y dulce
la negada ruda

si
rondaras acá
podría quizás
por fin
con esta música

(y puedo)

si
siguieras acá
no conocería
el sonido
del ahogo
lo verdaderamente
delgado
el vacío
en los ojos
el hospital de Boulogne

si
durmieras hoy
de este lado
de las cosas
no despertaría ya
en ese momento
nocturno
con húmedos ojos
riendo