Sacralización de un espíritu
en la debilidad de la espera
intentos por sintonizar
una frecuencia tierra
que se deduce ajena
la paciencia colectiva
estalla desintegrando
el último ademán invisible
la exploración del sendero
que lleva al no-centro de la conciencia
sábado, abril 28, 2007
lunes, abril 23, 2007
sobredosis
tanto miedo
en un cúmulo de instantes
que hacen alma en la nada
de un nido improbable
dejar de temblar no es
una opción viable
si la mañana no se decide
a dejarse estar.
Quieto en un rincón,
muriendo de sobredosis
especulativa
en un cúmulo de instantes
que hacen alma en la nada
de un nido improbable
dejar de temblar no es
una opción viable
si la mañana no se decide
a dejarse estar.
Quieto en un rincón,
muriendo de sobredosis
especulativa
viernes, abril 20, 2007
Invernal
frío de sensaciones pasadas
tiritan cosas que no se animaron
a castrar
los progenitores de un mundo
helado
se congelan los pretéritos
siempre imperfectos
con aristas limadas
por la mitad
y una casa en el medio del hielo
derrite todo futuro posible
tiritan cosas que no se animaron
a castrar
los progenitores de un mundo
helado
se congelan los pretéritos
siempre imperfectos
con aristas limadas
por la mitad
y una casa en el medio del hielo
derrite todo futuro posible
miércoles, abril 11, 2007
fallido
sangro en tus muñecas
y busco a tientas
un cuello
su aorta
un rostro hecho de polvo
y esperanzas.
manos inquietas
indagan el aire
que el puño encierra
en búsqueda
de lo no-vacío.
miro la nada
comprendo
ya no me sorprende
otro intento fallido
de alcanzar el filo
de mi existencia
y busco a tientas
un cuello
su aorta
un rostro hecho de polvo
y esperanzas.
manos inquietas
indagan el aire
que el puño encierra
en búsqueda
de lo no-vacío.
miro la nada
comprendo
ya no me sorprende
otro intento fallido
de alcanzar el filo
de mi existencia
domingo, abril 01, 2007
techo
La autoridad proviene del miedo a ser. No te permitiste mentir y jugaste a que sabías donde ibas. Venir a nacer en medio de la humedad edilicia, justo vos que sos tan de ningún lado. Apurás un trago más y vuelve el gusto rancio a tu boca cansada, que ya casi ni se abre para besar o hablar, y pensás en un desierto corporal, en cientos de partecitas ínfimas, inabarcables, de piel que muta segundo a segundo. Entonces se abre esa imagen que sabes que es como una puerta a un vacío ya no tan miedo ni tan sensación, y girás en la cama, mordés la almohada para no gritar que querés saltar el abismo que te separa de tu existencia. Después de todo hay que tener un techo, al menos hasta fin de mes.
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