viernes, agosto 28, 2020

X

                         "Orquesta en viaje hacia el silencio"
                                    Arnaldo Calveyra


En esa tu otra lengua

nueva lengua blanda

de nombrar el costado

móvil de las cosas

-su inconstancia de 

estar estando-


En esa tu otra lengua

frágil lengua impropia

de tensar los años

de tallar la historia

a puro capricho.


En esa tu otra lengua

estéril lengua lenta

de jugar generala

con hechos y parentescos.


En esa tu otra lengua

última lengua nueva

rumiás el silencio

como caballo que mira fijo

rumiás el silencio

en el temblor de tus labios

               -tus manos-

y cuando pareciera que

acaba lo rumiado

y que por fin,

que ahora sí,

se manifiesta apenas

un ruido a dientes

y a cubiertos caídos:

único esperanto posible.



IX

 Cuando cede la

                     madrugada

en el instante mismo 

en que la noche

deja de ser 

noche con ovillo

de mañana

te pareciera que ya

debería estar el diario

-pero el diariero sueña

su sueño sin saberte-

y en la espera

te soltás de la sílaba

para llevar los ojos

a hurguetear 

en esos lugares

cubiertos de yuyos


-¿qué es lo que fuga

en esos humedales?-


yuyales

superpuestos y sucesivos

entre los que adivinar

miope

y tomar lo adivinado

como límpida certeza


-como, a lo mejor,

siempre

tendríamos que hacer-


y en ese adivinar nace

mugido que trastabilla,

equivocada boca en procura

del peso deseado.

Vestido otra vez 

de  expectativa

salís a danzar

en plena terraza

lo que creés

es el día.


Nuevamente estafado

por lo no simultáneo

de los tiempos,

te sentás a mirar

un toldo que drena

lo que pesa

como pesa la lluvia

y con el esqueleto

de una palabra

-limadas sus tibias hasta 

marmóreos escarbadientes-

hurgás

en esos huecos

para sacar 

nada.

jueves, agosto 20, 2020

VIII

Ese mar dispone sus troncos

y flotás, náufrago,

            braceás

en la ensimismada costumbre

de empaparte.

Mientras tanto,

tu piel se deshace

como ese baybiscuit en la taza.

Ya vendrá

un dilatado tiempo

de tierra húmeda

            insensata

sobre el cuerpo


y un crucifijo.

VII

Exiliado

al incesante velorio

de las cosas sin letra,

del nombre vacío

                    posible

en su vacuidad 

                    habitable

por todas las huellas

              aisladas e

              inconexas,

deambulás

por la marea

de los ritos diarios:

el lavado de manos

-reemplazo de la ya imposible caminata de ida y vuelta 

a los 25 metros  de baldosas lisas-

las sucesivas meriendas,

las repeticiones de

partidos viejos:


en ese manso

   presente territorio

jugás

los úlitmos juegos

y cada tanto 

nos reímos,

plurales.

jueves, agosto 13, 2020

VI

Ceremonia que

en cada intento

se agota a si misma,

nombra

en gestos

su imposible nombre:

el ahogo,

la memoria afónica

que grita 

y no 

encuentra

eco.

V

Un incendio largo

la hojarasca,

la pinocha:

los recuerdos que reservabas

para regalarte en porvenires.


Arde

esa masa

-ahora informe-

se desordena.

El viento arrastra

algunas piezas

que buscás

con los ojos abiertos

                     cegados

por la siempre

renovada sorpresa

de ese fuego que, 

leve y ya perenne,

reina.


Las piñas,

las ramitas secas:

años 

        rostros

                   nombres:

combustible

de tu nueva manera:

la temblorosa liturgia

de la duda.

IV

 Cuando querés

acceder a esa música

-horas agazapadas

en fondo de infancia-

imagino

salís desnudo

al patio

de la memoria y,

bajo esa toda lluvia,

buscás

a manotazos

sin encontrar

la justa

-si existiera-

correspondencia

y decidís

elegir al azar

pescar cualquier reflejo

para el nombre.


Y ese balbuceo

esa entrega

de puro arbitraria

me divierte,

me desarma

y, en igual

o mayor medida,

me fascina.


lunes, agosto 10, 2020

III

                            "Han cambiado los ojos por el lugar de los ojos, 
                              una interminable mirada sin arrimo" Arnaldo Calveyra. 


Le parezco

     - a la hora

      de la merienda-  

oráculo en forma

de hombre

recientemente

casi del todo

         nacido


parido por

la costumbre

de su memoria

        fruto

de la composición

la yuxtaposición

de sus recuerdos


lo que cree

que fue 

         y que soy

me mezcla

me diluye 

en otros

- en finados amigos-

con ellos

me engendra


lo acepto

lo creo

y me digo

que sí,

que ahora vendo morrones

y qué bien que me compré una moto.

II

Hacía

en una época

tanta luz

tantos arrimes de

incesantes 

tazas de té.


Hizo 

después

tanta lectura

de arrugas:

ideogramas 

como ofrendas 

para un mar

que ya no.


Hace 

ahora

un ancho perfume

de siesta y carbón,

una cara 

de lluvia que 

dice

apenas

una pura pregunta.


Hará

también

un completo,

mullido resto

donde descansar

en esa próxima

luz de etcéteras.


I

de a pestañeos
en el centro blando
de la piedad
se fue lavando 
tu memoria
hasta el póstumo potrero
en el que ya
otra vez
tirabas en loop
el undécimo caño

dejemos mientras
que se anote entonces
que quede dicho acá
nuestro único gesto:
la conjura
en el pliegue
de una imagen ida
una furia muda
de almendras tostadas

total
después de todo
la voluntad 
no es
requisito indispensable
para habitar
esta pura intemperie.