domingo, abril 01, 2007

techo

La autoridad proviene del miedo a ser. No te permitiste mentir y jugaste a que sabías donde ibas. Venir a nacer en medio de la humedad edilicia, justo vos que sos tan de ningún lado. Apurás un trago más y vuelve el gusto rancio a tu boca cansada, que ya casi ni se abre para besar o hablar, y pensás en un desierto corporal, en cientos de partecitas ínfimas, inabarcables, de piel que muta segundo a segundo. Entonces se abre esa imagen que sabes que es como una puerta a un vacío ya no tan miedo ni tan sensación, y girás en la cama, mordés la almohada para no gritar que querés saltar el abismo que te separa de tu existencia. Después de todo hay que tener un techo, al menos hasta fin de mes.

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