lunes, agosto 23, 2010

No nos une el amor sino el encanto

El gerente (pobre!)
que se quedó dormido
y soñó con las humedades
de dos militantes trotskistas

El médico que tiene debilidad
por los olores (dulces!)
de las bombachas de las
inmigrantes limítrofes

El obrero que se pajeaba
con la imagen del arquitecto
que a su vez tenía sueños
(húmedos!) con el jefe de la mutual

La pseudohippie empedernida (tan progre!)
que se chorrea cada vez que roza
la espalda de un rubio rugbier
en los bailables de San Isidro.

La curva que se recta
la emérita humedad
de lo que erecta
el desteñido que nos une
y que rompiéndonos en conjunto
nos separa.
nos distingue
y revueltos
cambalache
socializa.

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