viernes, marzo 17, 2006

Dos acordes en las sombras

Vestigios de una música portuaria,
repiques de tambores precolonizacionales
disipándose lentamente en la niebla
de un nuevo sonido i-rre-co-no-ci-ble.
Estruendos en la selva-noche hija de la cerrazón
que bordea toda bondad o maldad,
donde nada es lo fue sino lo que debió haber sido,
donde todo nace y muere en el mismo instante,
se revela en su forma original y se deforma
ante ojos tan incrédulos que hasta se animan a preguntar:
-¿qué anda pasando por acá?.
Y como toda respuesta una nueva forma,
un nuevo desvelo revestido de semicorchea.

Madre de si misma, elipsis de lo no dicho
(y jamás)
Nada es lo que es: sentencia final
de un juez que es a la vez
impura descendencia.

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