guardamos el tiempo
en los cajones
jugamos al deseo
hasta rompernos los nudillos
y la sangre fue
plena ausencia
tomamos mil botellas
con etiquetas que prometían
el olvido
o el perdón del final del vino
buscamos a tientas
lo perdido
lo que sabíamos
inhallable:
un rosario de adolescentes
bailando una ronda infinita
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