Gastás las sílabas,
los labios
en ese tu murmullo,
el ronroneo quedo
de cuando todavía
leías el diario
como si te lo estuvieras,
de a tramos,
leyendo a vos mismo.
- Ese mantra que dio paso,
con los meses,
al rezo repetido
en la cama
cuya nueva anchura
el perro no pudo
disimular-
Cuando el murmullo se calla
-solo, por propia voluntad
del murmullo mismo-
Habla una tele
que no entendés
y los restos que esas cosas
te dejan en la boca
nadan crawl
como bultos en tu saliva.
Ahora tu silencio,
ensayo del silencio,
elige uno
de entre la baraja
de posibles rostros
para ponerlo fuera del mazo
y preguntarle
a dónde se fueron
todos.
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