En la mañana,
entre la bruma,
botas, amarillas botas de goma
hundís en lodazales de años
y en el fondo voces
de criaturas se burlan
de tu red.
Lentamente, trasponiendo
por olvido la vegüenza
tu resistencia puebla la casa
de amigos muertos hace tiempo.
Almorzás en mesa al fin grande
el tercer almuerzo del día.
De postre
con la lengua calcás
los relieves de la palabras
pero
¿dónde se posa el calco?
¿es el dibujo de una mueca?
¿la anónima mueca misma?
En la inminencia de la comunión
de tu vista
con el esmalte de la tarde,
un coro a destiempo
¿imperfecto?
lanza su profecía
que brilla apenas un segundo
e indescifrables
en su furor de escándalo
se precipitan todas las cosas
a lo hoy calcado.
Tumultan revoltosas ante la mueca
al son de salmos íntimos
sobre las propiedades del jabón.
Como queriendo acomodarlas,
pausás el gesto
de reclamo hacia el espejo
y decís
que la tarde en el río
los botines el barro
que el boliche de tu padre
que el tío que te corrió a tiros
que no sabía que era mi señora
decís
nuestra misma tarea
de engarzar lo que escapa
con el mismo triste
brillante resultado.
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