Exiliado
al incesante velorio
de las cosas sin letra,
del nombre vacío
posible
en su vacuidad
habitable
por todas las huellas
aisladas e
inconexas,
deambulás
por la marea
de los ritos diarios:
el lavado de manos
-reemplazo de la ya imposible caminata de ida y vuelta
a los 25 metros de baldosas lisas-
las sucesivas meriendas,
las repeticiones de
partidos viejos:
en ese manso
presente territorio
jugás
los úlitmos juegos
y cada tanto
nos reímos,
plurales.
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